En muchas ocasiones tengo la sensación de que la vida es como un viaje a través de una carretera desierta.
Conduces tranquilo. Hay muy poco tráfico. No parece que vayan a surgir contratiempos.
Pero sabes que un solo problema puede resultar fatal en un sitio así… y no puedes esperar la ayuda de nadie.
En nuestro caso, parece como si el camino estuviera lleno de desvíos.
Y los desvíos los decidimos nosotros. Bueno, al menos una parte importante de ellos. Otras veces son otros los que nos los imponen.
Seguramente, a los ojos de los demás, no recorremos el camino que se espera que hagamos.
Incluso algunos pensarán que no llevamos mapa ni brújula.
Pero se trata de nuestro coche… y de nuestro camino… y de nuestra gasolina.
Por eso decidimos la velocidad de nuestro viaje; pero siempre sin atajos, disfrutando del viaje.
¡Disfrutad de vuestro viaje!
Normalmente procuramos contar con todas las contingencias pero, efectivamente, siempre hay imponderables…
También puede que ocurrir que acabes en el medio del desierto y sin una jodida gota de agua. Hay que contemplarlo todo !!
De qué manera más acertada has continuado la metáfora y cuánta razón tienes!
La mayor parte de las veces cuando uno va sin brújula es cuando se encuentra los paisajes más inesperadamente hermosos … 😉