Como siempre que volvemos de un viaje, hoy ha comenzado la tediosa letanía de regresar a la vida rutinaria.
No sé si es porque me estoy haciendo viejo, pero cada vez me cuesta más sobrellevar esta "reentrada".
Cuando salíamos de casa hoy hacia el trabajo, le he comentado esto mismo a Pilar. Es una mezcla de hastío y cansancio físico.
Quizás uno de los motivos sea que las escapadas a Barcelona son para nosotros algo más que unas minivacaciones. De hecho ayer, hablando con Raquel, que amablemente nos recogió en el aeropuerto, definí estos viajes como una "terapia".
Hablar con Eva e intercambiar nuestros planes para los meses siguientes es algo fascinante pero también demoledor.
Y ahora, de vuelta, se entrecruzan las ganas de vivir de esa manera con la realidad de tener que (pero también querer) vivir de otra manera.
¿Cómo afrontaremos los próximos meses?