Ayer por la tarde, mientras comíamos con Mana en el centro comercial Rioshopping, estuvimos hablando de muchas cosas. Entre ellas, de nuestros posibles planes de viaje para este verano.
Mana nos preguntó en qué fechas íbamos a comenzar las vacaciones y le dijimos que aproximadamente el 15 de agosto, a lo que respondió que esa es la fecha del Obon.
Bien lo sabemos, pues llevamos años pensando en viajar a Japón en esa festividad, pero al final suele ser una mala fecha porque la ocupación turística en Japón en esa fecha es altísima y porque no acabamos de encontrar alicientes a viajar en esas fechas (más allá, claro está, de la celebración del Obon).
Lo mejor de la conversación sobre el Obon con Mana fue que nos contó su opinión. Nos dijo que no le gustaba tener que estar tres días metida en casa con la familia y que, de todos modos, la vida actual suele impedirlo por trabajo.
Luego nos contó un detalle sobre las tradiciones del Obon que le contaban sus abuelos, muy rigurosos en los rituales budistas.
Se trata de la tradición de hacer un fuego en casa para que, con el humo, los espíritus de los difuntos visitaran la casa en esos días. En el ritual se colocan unos palos al lado del altar que simbolizan cachabas, pues se supone que los difuntos eran personas mayores. Al final del Obon, nos contó que hay que encender otro fuego para que con el humo los espíritus puedan volver al cielo. En ese fuego deben quemarse los palos, pues ya no los necesitarán.
También nos contó que su madre construye farolillos chōchin y que va al río a soltarlos la noche del tōrō nagashi, pero que ni el resto de sus familiares ni ella lo hacen porque tienen trabajo.
Todo esto voy a añadirlo al artículo sobre el Obon que tenemos publicado en el blog Japón Secreto.