Tradicionalmente, el periodo navideño comienza, en Estados Unidos, con el encendido de algunos famosos árboles de navidad, sobre todo el del Rockefeller Center de Nueva York.
En España, hasta hace unos años, aunque no oficialmente, todo el mundo daba por hecho que las navidades comenzaban nada más pasar el puente de la Constitución.
Pero la bonanza económica y los intereses de algunos grandes almacenes provocaron hace unos años que esa tradición española se diluyera y desdibujara, dando paso a un periodo pre-navideño que arrancaba nada más acabar el día de difuntos.
Tal confusión ha ido provocando, año tras año, que hayamos optado por comenzar a celebrar el periodo pre-navideño cuando a nosotros nos apeteciera.
Este año hemos decidido comenzar hoy nuestra navidad particular.
Y lo hemos hecho viendo una de las películas imprescindibles para estas fechas: «Los Fantasmas Atacan al Jefe» («Scrooged«), una comedia lacrimógena de 1988 llena de excesos interpretativos, como casi todas las películas de humor protagonizadas por Bill Murray, para nosotros, un verdadero genio del cine de humor.
Detrás de la estúpida e interesada traducción del título de la película, se esconde la versión definitiva de la clásica obra de Dickens «Cuento de Navidad».
Y digo interesada porque el año de su estreno todavía no se había acabado de rodar «Cazafantasmas II» pero a algún avispado empresario debió parecerle una buena idea vender la confusión de los fantasmas con la promesa de que la película podía ser de similar argumento a la película que hizo famoso a Bill Murray en España.
En realidad, el título original («Scrooged«) desvela completamente la naturaleza del argumento: una persona que, siendo la viva imagen del protagonista de la obra de Dickens, recibe también la visita de tres fantasmas (del pasado, el presente y el futuro) que le harán recapacitar sobre el equivocado enfoque que está dando a su vida.
Se trata de una película que, aunque perfectamente previsible por tratarse de una revisión cinematográfica, conserva todo el espíritu navideño que cabría esperar en una película del género.
Además, Bill Murray se encuentra en un papel hecho a medida para su vis cómica cáustica dando vida a un empresario televisivo rastrero y sin sentimientos, un papel que, en cierto sentido, vuelve a encarnar en «Atrapado en el tiempo» («Groundhog Day») algunos años después.
Por supuesto, no faltan los momentos para llorar a moco tendido. En nuestro caso, los más intensos son aquel en que el protagonista se ve a sí mismo de pequeño viendo la tele en nochebuena, con su madre embarazada y un padre rudo y sin corazón, y aquel en que su hermano brinda por él a pesar de saber que su hermano es insoportable.
También son especialmente tiernas para nosotros las escenas en que aparece con su antigua novia (Karen Allen), como la escena en que la conoce por accidente y aquellas en que pasan la nochebuena en el humilde apartamento de Manhattan.
En la película destacan también algunos datos curiosos:
- La persona que hace de hermano de Bill Murray en la película es, en realidad, su hermano.
- El fantasma del pasado, el del taxi, solía aparecer en el Saturday Night Live, el mismo programa de la MTV que lanzó a la fama a Bill Murray.
- El director de la película, Richard Donner, aparece también en ella, en la escena de la cabina de control de la televisión.
- La pregunta de Trivial se refería a la serie «la Isla de Gilligan», una serie dirigida, precisamente, por Donner.
- Cuando Gross cae en su oficina después de romperse el brazo de su jefe muerto, el teclado del teléfono reproduce las notas de «Up on the housetop».