Caía el sol y salíamos de casa enfundados en nuestros vaqueros roídos y nuestras botas de cowboy.
La noche comenzaba. El sol iba poniéndose poco a poco mientras nos acercábamos andando al Museo Patio Herreriano.
Tras acabar el concierto de ARIZONA BABY decidimos abandonar el Museo Patio Herreriano.
Pero antes nos acercamos al puesto de la entrada a adquirir una de las poquísimas camisetas («edición limitada» según nos aseguró Elena, su creadora) de «Arizona Ladies» que estaban a la venta allí mismo.
Después, tras hacernos unas divertidas fotos con un divertido personaje (que pensamos que atiende al nombre de Álex Izquierdo) ataviado como un tahur salido de un saloon, salimos del museo, parándonos primero a beber otro trago de cerveza mientras decidíamos qué hacer, ya que Javi y Silvia no daban señales de vida.
Como empezábamos a tener algo de hambre, decidimos acercarnos a la zona de las tapas de San Martín a disfrutar de algunos pinchos sofisticados en «La Solera», un morito y un chipi en la «Taberna del Chipi» o unos «caprichos de monja» en «La Fonda del Fraile». Con cada tapa, un corto, caña o vaso de sangría. La mezcla comenzaba a ser explosiva…
Justo cuando empezábamos a pedir algo en la Fonda del Fraile, nos devolvió la llamada Javi para decirnos que acababan de salir del teatro, de ver «Mamma Mia». ¡Qué burrada, tres horas de función!
Vinieron a buscarnos a la zona de San Martín. De repente, a Javi le dió la venada y sugirió que fuéramos por la zona de las chupiterías.
Nos acercamos primero a la pequeña, a la que no entrábamos casi casi ¡desde la noche en que nos conocimos!
No sabíamos que pedir…y yo acabé pidiendo un trago de absenta, esotérica bebida asociada a extrañas propiedades y relacionada con el mundo de la literatura, que tan buenos recuerdos me trae, sobre todo del último trago de absenta que he dado hasta la fecha, en el Vesuvio, un local situado en pleno North Beach, en nuestra querida ciudad de San Francisco. A Pilar le pedí «un chupito de tía» esperando que eligiera el camarero entre tanta variedad.
Después acabamos entrando en la otra chupitería, la grande. Allí, otro trago de absenta ante el estupor de Pilar, Javi y Silvia. La verdad es que después del coctel malicioso que corría por mis venas, la absenta no iba a empeorar sustancialmente las cosas…
Tras los dos «balazos etílicos», decidimos volver a La Tertulia, al igual que hicimos la noche anterior, donde Javi y yo pedimos un «bloody mary de diseño», donde el vodka había sido sustituido por ginebra y el tabasco por salsa perrins. Por allí andaba la mujer (o exmujer) del dueño de la cafetería del trabajo. Intuimos que quizás estaba «de cacería» con las amigas.