Hace apenas 3 horas ha fallecido el escritor Fernando Sánchez Dragó de un infarto a los 86 años en su casa de Castilfrío de la Sierra (Soria).
No voy a extenderme sobre los detalles del suceso ni sobre la vida de Sánchez Dragó, que seguro que correrán ríos de tinta que se encarguen de ello.
También se sucederán los cobardes mensajes en redes sociales intentando manchar su buen nombre aprovechando el anonimato de lo que siempre debieron llamarse «redes insociables».
Con el adiós de Fernando Sánchez Dragó se va una parte del pensamiento crítico de España.
Se va una parte de la memoria histórica de lo que realmente fue España y de aquello indefinible en lo que se está convirtiendo.
Echaremos de menos su voz decidida, su interesante egocentrismo, sus citas literarias y sus opiniones fuera de los lugares comunes y sin rendir pleitesía a la corriente impuesta.
Se ha ido un grande. Muy grande.