Acabamos de ver la mitad de otra de esas películas palomiteras de Nicolas Cage.
Furia Ciega: un pequeño desfile de muscle cars
La película en cuestión es «Furia Ciega» («Drive Angry«, 2011), un cruce entre comic y grindhouse setentera protagonizada por Nicolas Cage, un hombre que lleva bastantes años atrapado en el cine de serie B.
Antes de ayer nos enteramos de la existencia de esta película buscando en un listado de road movies.
Lo que no podíamos imaginar es que saliera esa colección de maravillosos bólidos americanos. Sobre todo, el fabuloso Dodge Charger. ¿Cómo íbamos a imaginar que aparecería esta maravilla de coche?
Seguramente los de Dodge están dejándose la piel en resucitar a todo un clásico, el más famoso de los Mopar, para dar empuje a su nuevo modelo de Charger 2011.
Sinopsis
Después del asesinato de su hija y del secuestro de su nieto, John Milton (Nicolas Cage), cegado por la ira, se convierte en un hombre vengativo que persigue implacablemente a los culpables, pertenecientes a una secta satánica dirigida por el perturbado Jonah King (Billy Burke) que pretende sacrificar al nieto de John en nombre de satán en tres días. Es una carrera contra el reloj.
En su desesperado afán de venganza le acompaña la atractiva camarera Piper (Amber Heard), quien no deja de extrañarse al ver que el permiso de conducir de John está muy caducado, porta una extraña pistola, y esperseguido por un hombre trajeado que enseña constantemente una placa del FBI y dice ser «el contable» (William Fichtner).
Ritmo en decadencia
La primera parte es interesante (dentro del supuesto género trash al que se pretende que pertenezca la película, claro está). Pero es a partir de la mitad del film cuando la trama comienza a llenarse de tópicos, comienza a vaciarse de contenido y se va volviendo más y más aburrida hasta llegar al peligroso territorio del truño.
El reparto
Nicolas Cage se encuentra en su salsa, dentro del genéro del cine mediocre y de consumo en el que se mueve desde hace años (quizás por su quiebra).
En general, los actores funcionan bien.
Amber Heard, a la que solo conocíamos de su aparición en «Zombieland«, sale exhuberante, imponente, y con un papel incluso creíble aunque, estando como está, ya se ganó el sueldo en el casting. De hecho, en el cartel de la película se ve más la cacha de la rubia que al propio Cage. ¿Publicidad subliminal?
William Fichtner imprime el punto de cine de calidad al film.
Quizás los fans de la saga Crepúsculo no deberían ver esta película, pues el papel del malo (Billy Burke) es tan desagradable, que podría quitarles el sueño, ¿no? jaja
Un cocktail que no despega
Todos los elementos del film son interesantes, pero el cóctel no funciona. Y es que, si pensamos en la filmografía de su director, Patrick Lussier, entonces entendemos perfectamente la temática y la calidad de la cinta.
En resumen, estamos ante una película de maravillosos coches, escenas de acción impresionantes aunque saturadas de esteróidicos efectos de ordenador que las hipertrofian, y un ambiente entre satánico de comic y heavy metal del club Disney.
Se ha pretendido un producto trash o grindhouse pero se ha quedado en un film algo deslavazado y falto de encanto cuanto más nos vamos acercando al final.
No obstante, esta macarrada es entretenida, aunque solo sea por los momentos de humor irónico, el ambiente western y retro, la buenorra de Amber Heard y, sobre todo, el funcionario infernal encarnado por William Fichtner.
Una película en la que sale Nicolas Cage, una tía buenorra, un Dodge Charger del 69 y bastante gore, no necesita mucho más para enganchar, ¿no?