Ayer por la tarde acabamos de ver una gran película basada en hechos reales.
Se trataba de «El Hombre de Alcatraz» («Birdman of Alcatraz«, 1962), una película cuyo recuerdo mantenía vivamente en mi memoria desde que la ví de pequeño.
Por entonces, me impresionó toda la filosofía que encierra este film.
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Sinopsis
Es el año 1912. Robert F. Stroud es un preso conflictivo que es condenado a muerte tras asesinar a uno de los vigilantes de la cárcel de Leavenworth, en la que se encuentra cumpliendo una pena de doce años.
Tras meses en los que él y su madre luchan por evitar este castigo, enviando cartas incluso a la mujer del presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, consiguen que su pena sea conmutada por la de cadena perpetua en una celda incomunicada.
En su reclusión sin comunicación y sin esperanzas, ve cómo una lluviosa tarde cae un pájaro herido al que decide cuidar hasta que se recupere y pueda volar.
A partir de ese momento, Stroud descubre un motivo para seguir viviendo: el estudio de los pájaros.
Uno de los grandes clásicos del género carcelario
Esta magnífica película, dirigida por John Frankenheimer, es un impresionante relato sobre la dignidad de los presos.
Junto con «La Fuga de Alcatraz» y «Cadena Perpetua«, forma una tríada de grandes clásicos del género carcelario.
Basada en hechos reales
Además de las magníficas intrepretaciones de un elenco de actores impresionante, entre los que encontramos a Burt Lancaster, Kart Malden, Telly Savalas, Thelma Ritter o Neville Brand, el hecho de que se trate de una película basada en un personaje que realmente existió, hace que el film merezca la pena ser visto.
Curiosamente, en el momento del rodaje, el propio Stroud seguía cumpliendo en prisión, aunque no en Alcatraz, y nunca le autorizaron ver la película.
Por cierto, aunque la película se titula «El hombre de Alcatraz«, relamente Stroud no realizó avances significativos durante su estancia en esta prisión, sino que fue anteriormente, mientras se encontraba preso en Hays, lugar donde escribió sus dos libros.
Polémica y eterno debate sobre la reinserción de los presos
En su estreno, durante la proyección de la cinta, se distribuyeron octavillas pidiendo su puesta en libertad o la libertad condicional, aunque sin éxito.
La película forma parte del debate sobre la capacidad de rehabilitación de los presos en las cárceles.
Una película de dos horas y media a la que no le sobra ni un minuto de metraje, con un blanco y negro majestuoso y un Burt Lacaster interpretando uno de los mejores papeles de su carrera.
Inolvidable.