Ayer por la noche, ante la inexistencia de programación decente en televisión, decidimos poner una película de los ’80.
Se trata de la película «¿Quién es Harry Crumb?» (1989), otro trabajo del que tal vez es el actor canadiense más famoso de los ’80, John Candy.
No vamos a ocultar que se trata de uno de los títulos más flojos de este genial comediante, si bien, como en el resto de su filmografía, consigue lo que se propone: que el espectador pase un rato divertido riéndose de los numerosos gags que inundan el film (algunos de ellos parecen extraídos de algunas de sus otras películas).
Pues sí, la película no está a la altura de otras míticas como «Mejor Solo que Mal Acompañado» o «Solos con Nuestro Tío«, aunque quizás se explique por el hecho de que en éstas el director es el genial John Hughes, quien no aparece en los créditos de «¿Quién es Harry Crumb?».
Como decimos, la película consiste, en esencia, en un buen puñado de gags disparatados entre los que destacan también los artificios de Crumb para desarrollar su trabajo, como los estrafalarios disfraces.
El reparto aparece trufado de figuras típicas de las películas de humor de los ’80, como Jeffrey Jones, conocido actor que todos recordamos como el duro e implacable jefe de estudios de Ferrys Bueller en «Todo en un día», o Annie Potts, la chillona y pasota secretaria de «Cazafantasmas«.
También es una sorpresa el cameo del genial James Belushi o la aparición de la guapísima Shawnee Smith, que recordamos de un fugaz papel en «Leaving Las Vegas».
Harry es el último vástago de una generación de prestigiosos detectives, los Crumb. Por desgracia, el talento que tanto ha caracterizado a esa familia parece haberse perdido en el caso de Harry, que ha heredado únicamente el apellido y la oficina. Su torpeza y atolondramiento son cualidades poco recomendables para su profesión. A pesar de ello, un nuevo caso cae en sus manos: deberá resolver el secuestro de una rica heredera.
En conclusión, se trata de una película que no tiene más pretensión que conseguir que pases un rato divertido.
Por cierto, ¡¡qué mal nos ha sabido el destrozo de ese Mustang del ’66 que alquila el protagonista!!