Amanece a las 5 de la mañana, como todos los días. La luz que entra a través de la ventana de nuestra habitación y las vistas de la Tokyo Tower siguen pareciéndonos espectaculares.
La visita al palacio imperial nos recuerda que estamos en el país de los samurais, donde las tradiciones feudales se mezclan con la modernidad más sorprendente.
Después, vamos paseando por la ciudad hasta llegar a uno de los tres mercados más importantes del mundo, donde se cuecen los problemas de la crisis.
Ya de noche, tras cerrar nuestro plan de Kioto, recorremos algunas calles del barrio de Shibuya, donde cenamos rodeados de japoneses en un pequeño local donde parece que nunca han entrado los occidentales.