Ayer por la noche, como no hay dos sin tres, decidimos ver otra película de Clint Eastwood: «Poder Absoluto» («Absolute Power«, 1997).
De nuevo Clint Eastwood se convierte en director y protagonista a la vez.
Sinopsis
Luther Whitney (Clint Eastwood), un experto en robos de guante blanco, supuéstamente retirado desde hace años de la actividad delictiva, planea desvalijar la mansión de un magnate que se encuetra de vacaciones en el Caribe.
En el momento en que Whitney se encuentra dentro de la mansión cometiendo el robo, la mujer del magnate aparece inesperadamente, acompañada de un amante (Gene Hackman) que, deseoso de practicar sexo violento, comienza a pegar a la chica hasta que la situación se le va de las manos.
Whitney, al esconderse en un cuarto secreto desde el que puede ver la sala en la que está sucediendo todo, es testigo involuntario de los hechos.
Un guión con profundidad
La película es una excelente adaptación cinematográfica de la novela de David Baldacci.
Al igual que en otras películas recientes de Clint Eastwood, de nuevo el hilo argumental lleva aparejado un conjunto de situaciones preexistentes que le dan al film una mayor profundidad en los personajes.
Así descubrimos que Luther es un solitario exconvicto que ama la pintura y que solo tiene por familia a su hija, de quien se preocupa día y noche.
La soledad no está solo presente en él, sino también en su hija y hasta en el policía (Ed Harris) que se encarga de investigar los hechos sucedidos en la casa del magnate.
Toda la trama está muy bien construída haciendo que su ritmo no decaiga ni por un segundo.
La escena de Ed Harris hablando con Clint Eastwood para preguntarle por su vida actual y por la forma en que alguien podría haber robado las joyas y el dinero de casa del millonario nos ha recordado a la ya mítica escena de «Heat» en la que Robert De Niro y Al Pacino sostienen una tensa charla.
El reparto
Si interesante es la trama, más aún lo es el reparto.
Además del legendario Clint Eastwood, nos encontramos a Gene Hackman representando uno de esos papeles de villano con careta que tan bien se le dan.
Pero además, en el reparto estelar también aparece el genial Ed Harris, un actor que, si no existiera, tendrían que inventarlo, dando vida a un tipo de personaje que le queda como un traje a medida, el del malo-bueno, el de alguien que, a priori, es némesis del protagonista, pero resulta ser mejor persona de lo que parecía.
Por cierto, la hija de Eastwood, Alison, tiene un cameo al comienzo del filme.
La lucha contra la impunidad del poder político
«Poder Absoluto» gira en torno a la lucha contra la impunidad, las constantes referencias a la inmoralidad, soberbia e hipocresia del poder político.
Da la impresión de que el director, o quizás el guionista, ha querido criticar la política situando a un ladrón como la única persona deseosa de mostrar la verdad que las cloacas de Washington DC esconden.
Pero al final, la justicia acaba siendo ocultada.
El momento del baile es inolvidable.
En resumen, «Poder Absoluto» es un thriller político mucho más interesante y entretenido que enrevesado (a diferencia de las películas basadas en las novelas de John Grisham).