Tras varias semanas queriendo verla, por fin ayer nos decidimos.
Ayer por la noche elegimos ver una película de realidad distópica, «Cuando el destino nos alcance» («Soylent Green«, 1973), dirigida por Richard Fleischer y basada en la novela de Harry Harrison.
Sinopsis
Es el año 2022, Nueva York es una ciudad a punto de explotar con una población de más de 40 millones habitantes. La comida y el agua escasean, y la mayor parte de la alimentación de la población se sostiene con productos sintéticos producidos en las fábricas locales.
Elegir comida es habitualmente cuestión de decantarse entre Soylent Azul, Soylent Amarillo o Soylent Verde.
Cuando William Simonson, pez gordo de la monopolística empresa Soylent, es encontrado muerto, al detective Thorn de la policía (Charlton Heston) se le asigna el caso. En todo momento, Thorn recibe la ayuda de su viejo amigo Sol Roth (Edward G. Robinson).
A medida que se desarrollan las investigaciones, Thorn va descubriendo la vida de riqueza y lujos de todo tipo, especialmente gastronómicos, de una pequenísima parte de la población neoyorkina, en un entorno en que se suceden los comportamientos irracionales de la población a causa del hambre.
La investigación acabará por descubrir la terrible realidad que se esconde tras el Soylent Verde.
Un futuro superpoblado
Richard Fleischer dirige esta deprimente visión de un mundo superpoblado, en el que sus habitantes sufren una existencia miserable.
Un mundo acabado, lleno de polución, con ciudades hiperpobladas, calles abarrotadas y multitudes apaciguadas con alimentos sintéticos en el que los más viejos todavía recuerdan los buenos tiempos en los que poder disfrutar de un buen chuletón, fruta fresca y una copa de vino.
De inquietante a deprimente
La película comienza de manera intrigante, y se va tornando en deprimente a medida que pasan los minutos, con un final inolvidable, tanto por la sorpresa final como por las escenas de «el hogar» al que acude Sol Roth.
Aunque el guión en sí no está exento de intriga, hay detalles que son especialmente inquietantes, como las escenas de los tumultos, de la gente apiñada en los edificios, de las limitaciones en el abastecimiento de comida, de la costumbre de la policía de poder hacer lo que le da la gana cuando, en el transcurso de una investigación, entran en una vivienda, comiendo lo que les apetece, cogiendo lo que les viene en gana, e incluso acostándose con lascivas mujeres (denominadas con el degradante término de «mobiliario»), ¡¡con su total beneplácito!!.
Reparto magistral
No hay mucho que decir respecto al reparto, salvo la magistral interpretación de sus dos protagonistas: un Charlton Heston que ya venía curtido del rodaje de otra futurista y exitosa película, «El Planeta de los Simios« (1968) , además de su secuela, «Regreso al Planeta de los Simios» (1970).
En cuanto a Edward G. Robinson, que encarnaba a Sol Roth, compañero del protagonista, falleció precisamente el año del rodaje, en enero, por lo que no pudo ver el estreno de la película, que se produjo en mayo.
Sin lugar a dudas, una película imprescindible dentro de la ciencia ficción y del género postapocalíptico.
Que gran analisis y cuanta razón al señalar que vamos camino a cumplir muchas de las situaciones que acontecen en la película. Excelente recomendación, trata un tema muy interesante a tener en cuenta.
Muchas gracias por su artículo.
Gracias por su comentario. Resulta preocupante ver lo preclaras que fueron ciertas películas como ésta y ciertas novelas como "1984" o "Un Mundo Feliz".
Si todo el mundo leyera, no nos veríamos tan arrastrados por los deseos de los poderosos como es obvio que está sucediendo ahora.
Resulta sorprendente (y angustioso) ver cómo el mundo está avanzando hacia una distopía que recuerda a este film, gracias a la imposición de la Agenda 2030 por las élites mundiales y los Gobiernos nacionales débiles, especialmente en la UE, donde el dinero de todos los europeos es utilizado por las élites para comprar voluntades políticos.
¿A dónde llegaremos?