Ayer por la noche disfrutamos de una película del super héroe más heavy metal del comic.
«El Mototorista Fantasma» («Ghost Rider«, 2007) es una película sin mayores pretensiones que las de entretener a todos los públicos.
Se trata de una adaptación de un famoso cómic de la Marvel.
Sinopsis
Cuando era joven, Johnny Blaze (Nicolas Cage) hizo un trato con el diablo (Peter Fonda) para conseguir que su padre no muriera de cáncer.
En la actualidad, Johnny se ha convertido en una superestrella de las acrobacias en moto.
Blackheart y Los Ocultos, ángeles caídos, luchan por arrebatar el infierno al mismísimo Mefistófeles. Por ello, es ahora cuando el diablo quiere cobrar su deuda con Blaze, convirtiéndole en un ser que se mueve entre el mundo de los vivos y el de los muertos, convirtiéndose en esqueleto motorista en llamas, que deberá combatir a los advenedizos ángeles caídos.
Su novia de la juventud, Roxanne (Eva Mendes), convertida en periodista, descubrirá lo que está sucediendo.
Una apuesta segura de Hollywood
«Ghost Rider» es la típica apuesta segura de Hollywood en la que prima la espectacularidad y el entretenimiento, con algunas dosis de humor del malo.
En sí, no es una película que destaque ni por su guión, ni por sus efectos, a excepción del aspecto del motorista fantasma, que es impresionante (sobre todo las llamas).
Obviamente, al ser una película palomitera en grado sumo, recibió numerosas críticas negativas, muchas de las cuales se basan en un total desconocimiento del comic en que está basada.
No obstante, aún conscientes de que se trata de una película de entretenimiento, deja escapar la posibilidad de ahondar en cuestiones algo más profundas, como ya se hiciera en la maravillosa trilogía de Spiderman.
Lo que sí me ha parecido muy mediocre es el grupo de villanos de oferta que pretenden acabar con el mundo o algo así. Muy en la línea supermegachachi de producciones como «Crepúsculo» (aunque ni a la suela del zapato le llegan estos «malísimos»).
Un papel entrañable, sobre todo por su inesperado desarrollo, es el del enterrador (Sam Elliott), un actor que ya encarnó el papel de motorista hippie en la película «Máscara», acompañado de Cher.
Desfile de tópicos
Por lo demás, la película rellena sin falta todas las casillas de tópicos del género: un comienzo dramático, una chica voluptuosa, un ayudante que instruye al sufrido protagonista, unos super villanos, etc.
La escena que más nos ha gustado, es la del motorista fantasma rodando por el desierto acompañado del jinete fantasma. Muy country.
En resumen, un producto hollywoodiense cuya única intención es entretener, donde se echa en falta un poco de profundización dramática en los personajes, y un poco más de desierto.
Por cierto, la película no fue rodada en Estados Unidos sino en Australia.
Hacía tiempo que quería ver esta película, pues de pequeño leí un comic de estos, titulado «El Furor de Manitú» y guardaba muy buen recuerdo. Realmente me encantó e impresionó como pocos. Se trataba de un héroe muy heavy y diferente a lo visto hasta entonces. Además, el ambiente de vaqueros e indios que lo rodeaba era genial.
Todo un recuerdo infantil imborrable…